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viernes, 10 de marzo de 2017

Sanar con ciencia

Cuando usted observa un producto de la naturaleza- naturaleza viva- ¿qué piensa? ¿Qué es lo que sus sentidos captan? ¿Qué información genera sobre usted?.

Un día en un debate sin fondo con un personaje creyente del misticismo, me hallé con una conclusión meramente satisfactoria, una conclusión que espero que al igual que yo, usted mismo perciba en su totalidad lo bueno que esto da. Dicen que para algunos pocos sirve y yo digo que sirve para todos, no lo sé, usted juzgará.

Dentro de mi corta vida y mi poca experiencia, me he cruzado con situaciones en las que llegué a ahogarme en un vaso de agua, situaciones por las cuales entré en una depresión profunda. No quiero que me compadezca, en efecto yo sola me lo busqué, fui o soy muy vulnerable a las cuestiones emocionales por ende, los resentimientos de mi infancia, el bombardeo infame que sufrí de publicidad basura y la disgregación de mi familia, llegaron a un límite en el que ya no había manera de establecerme. Cuando pasaba noches sin dormir, días exhausta, consumiendo sustancias nocivas, y además en una relación destructiva, el mundo parecía basura, el cielo se tornaba gris, sentía el frío hasta los huesos y sentía una presión profunda en el pecho, como si tuviese un deseo exorbitante de llorar y gritar, pero no pasaba nada. Incluso entré en la paradoja del ser, todos los seres vivos tienen un papel dentro del mundo ¿qué era yo? ¿Dónde tenía que ir?. Quería fervientemente cambiar al mundo y yo me encontraba estancada, no tenía que hacer, nadie que escuchase realmente mi problema, nadie que debatiera o sí, pero jamás supe escuchar. Sin embargo puedo decir que la lectura hizo de mi algo nuevo, una perspectiva de las cosas filosóficas que ninguna vez me había preguntado, cuestiones en las que me creía la mujer más cuerda entre toda la multitud y sólo era una mujer vana, una mujer que creía hallarse en la autenticidad cuando en realidad no era diferente a nadie, sólo depresiva, y no es todo, incluso me parecía excelente el hecho de las adicciones, del dolor sobre el cuerpo, de las noches improductivas, de los besos de extraños, del poliamor, del sufrimiento en el amor, de la justicia en la venganza, de que ser insensible es la mejor manera de vivir, de guiarse sólo y nada más por la razón, de mantener en cuenta que a pesar de todo, la humanidad es basura en su totalidad, que no hay nadie bueno que no busque algo a cambio. Pero después de todo, siempre existe una salvación sobre todas las cosas, el arte y la ciencia.

Creo que es evidente mi fijación por la ciencia, pero me es imposible no destacar las cosas maravillosas de ella. Durante toda mi existencia no ha sucedido cosa que me cause mayor fascinación, que cada vez que leo y tengo encuentros con gente dedicada a la ciencia, me da la impresión de que no hay mejor manera de ver la vida que esta, que ahora no sólo ve un árbol, ahora observa un ser vivo en determinada estación, modificándose continuamente gracias a las hormonas, que está en un proceso casi perpetuo de intercambio de gases, que no sólo brinda oxigeno sino que hay toda una microbiota que vive debajo de él. Es la manera más magnífica de observar que lo que nos rodea no sólo es lo que vemos, sino que existe un universo interno en cada una de los elementos, y como mi querido creyente del misticismo me dijo “no necesitas de la ciencia para apreciar lo maravilloso de la naturaleza”, tal vez tenga razón, pero es sólo una mínima parte, porque en realidad quien no conoce de la ciencia sólo tendría una sola perspectiva del árbol, sólo esa imagen frente a él que implica una sola información: un árbol y nada más.  

Y gracias a la ciencia el mundo se torna diferente, el mundo ya no es lo que percibimos, el mundo deja de ser una monotonía porque sabemos y tenemos en cuenta que los chispazos aburridos de un Dios antropomórfico no dan vida de la nada, sino que existe algo mucho mejor, una serie de circunstancias que lleva a la vida, un proceso tan magníficamente ordenado que nos da conciencia que todo es dependiente de cada suceso, nada se da de la nada.

Entonces yo no sólo sé que la ciencia es una maravilla sino que además es sanadora, esa cosa que llegó a su vida para decir “Querido, puedes vivir aún”¹, que te salva de la podredumbre donde estás, que te demuestra con hechos y bellas metáforas que la vida no es como la ves superficialmente, que es más que un simple sistema para crear tecnología, donde el amor sabemos que debe ser placentero y que el poliamor es una fantasía entre seres como nosotros.

Por otro lado el arte-así como la ciencia-, es un producto humano bellamente ideado, es una versión abstracta de lo que es la ciencia; mientras esta nos dice hechos, el arte los embellece y agrega a estos un poco de magia-cosa que me parece elemental para la salud espiritual-, es eso que nos hace suspirar de lo hermoso que puedes hacer al mundo, esa modificación que puedes hacer al pensamiento y resulta interesante, que tiene más interpretaciones que sólo la del creador. No veo por qué el arte y la ciencia no son terapias para el ser humano, lo digo porque, la ciencia fue para mi el soporte para no dejarme morir entre el resto del mundo y librarme de ese estanque profundo, es el arte que te une a tu espíritu y tu ensimismamiento. No es cuestión de presunción de saber mucho, sino que te ofrece un buen vivir, el mejor vivir de todos, en el que te libras de la ignorancia, de los paradigmas y la apreciación de todo lo natural se vuelve distinta. 

Usted juzgará.


¹Hoffman E. T. A (2010) Cuentos fantásticos, México, Editorial Tomo S. A de C. V, La fermata, pp. 118

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