Capítulo 19
Querido amigo:
No hace falta que resuelvas el acertijo, ya he dado todo por perdido, el odio me ha corrompido hasta la mas mínima molécula de mi cuerpo, y me cubre un desmesurable deseo de venganza.
Hubo una ocasión en la que escuché hablar a un par de muchachas, y hablaban tan dulcemente, brotaban de sus labios exquisitas palabras, no porque la palabras fuesen bellas sino el tono con el que las articulaban.
Habían sido víctimas de la cortina de humo que el amor trae consigo, y cuando finalmente desapareció, el dolor y la pesadez arrastraron sus ingenuas almas, y poco a poco se dejaban llevar por el juego de las ataduras, de la esclavitud a su propio arrepentimiento, con vida creciendo dentro suyo, sin saber que ese ser era tan valioso como ellas, odiaban aquel día que entre las sábanas, el amor yacía en su máximo esplendor, ese acto de unión entre dos espíritus, uno de los actos más extraordinarios que la naturaleza ha creado, y es que es tan mágico que la vida misma se crea en ello, y a la vez tan trágico que miran su corta vida, tan buena y plena, alejándose poco a poco de ellas, observando su posible futuro llevado de la mano con el fracaso, y parece que no existe salida hasta que ante sus ojos, se encuentran con la existencia más tierna de todo el universo, le miran a los ojos y comprenden cuán hermosa es la vida, su propia vida. Y algunos otros, desalmados y con el corazón roído, enlazan a la creación con la desdicha, el acto de amor en un suceso horriblemente violento.
Yo dormía y soñaba con las golondrinas, volando a mi alrededor una detrás de otro mientras tanto él entraba con presteza, sigiloso, tan silencioso como las leonas acechando a su presa, me tomó de la cabellera con una fuerza impresionante, quise gritar pero para mi desdicha era demasiado tarde, él estaba sobre mi, con sus rodillas en mis brazos, y en voz baja dijo "silencio o te mato, anda y mejor recita otro de tus discursos", con el miedo que me erizaba el vello, sólo pataleaba, la sangre me hervía de coraje, y en mi mente sólo tenia su imagen del hombre yacido muerto, gritaba y nadie me escuchó, entre la oscuridad su rostro se posó en la luz de la luna, era uno de los muchachos que en el movimiento vestía de amarillo, tanta decepción penetró en mi alma al verlo, y en un instante, el tiempo se detuvo, ha sido el dolor más grande de mi vida, sentía como la carne se abría, se desgarraba, la tibia sangre mojaba la camisa larga que llevaba puesta, mi dignidad se iba poco a poco con ella, recorrí con mucha cautela el hilo de mi vida, vi a mi madre, a mi padre, a mi hermano, a ti, los miraba y me avergonzaba, más que vergüenza, la tristeza se fue apoderando de mi, dejándome sin pizca alguna de esperanza. Fue el momento más largo que una ópera se Bizet, o todo el conjunto de las sinfonías de Beethoven. Sufría mi cuerpo, el Yo mío que estaba dentro imaginó que existía el amor, y lo remplazó por el deseo más mezquino de todos, la venganza. Es mucho más sencillo el encontrarse con la satisfacción de ésta, que perdonar .
Lo pagará, sigue viviendo con nosotros, pero es un ser tan desalmado que ni la menor culpa le duele o le ronda, es como si de su memoria aquel tan horrible suceso se le haya borrado por completo, sé que él lo recuerda, sé que él no es más que un hombre tan malo como un asesino porque asesinó mi espíritu, lo quiero perdonar, mi buen amigo, pero no puedo, sólo al verlo quiero verlo sufrir como me está haciendo sufrir a mi; cada noche me recuesto pensando y con miedo a que entre de nuevo, quisiera estar alerta por un momento para que cuando él llegue lo asesine a sangre fría, pero en ocasiones el sueño me suspende, no hallo la manera de perdonarle y no vengarme.
Querido amigo, yo no sé mucho de la vida, yo sólo he vivido de la literatura, del cine, de la música misma, no he tenido un amorío, sólo he soñado, he soñado que logro subir el último peldaño de la vida, aquel que abarca la sabiduría y que encuentro al amor, no a una persona sino a un algo cósmico, ese algo que me ayudará a comprender al mundo y a mi misma, eso soñaba durante toda mi existencia, y ahora me siento corrompida por el pasado, el pasado que me agrede, me atormenta, me llena de tristeza, de dolor, quiero olvidar pero no puedo, ahora los sueños son sólo pesadillas, la misma pesadilla, intento con toda la fuerza que mi mente carga, superar éste obstáculo que la vida colocó en mi camino, ahora mi corazón lo siente, esas ansias de llorar cada momento, notar que no eres nada comparado con otros, que cualquier persona tiene poder sobre ti, moriré ahogada si éste nudo en la garganta crece, expandiendose sobre todo el esofago, destruyéndome.
No temas amigo mío, seré fiel a mi conducta, soy diferente, tengo una visión distinta, y por algo he creado un criterio indestructible, yo creo en el mundo y que todo puede mejorar.
Con amor, Lúbia.