Que decepción la mía, que efímeras son las circunstancias para llegar a la desilusión, ahora que se encuentra en mis brazos, el mundo me es doblemente común ¿Qué había dado yo por decirle lo mucho que le amo? O … le amaba. Por qué el corazón ya no responde de la misma manera al escuchar su nombre, su voz, sus pasos, su respiro…. Le he interrogado, pero no ha dicho nada, está apagado, hace gran silencio, no puedo saber que hay en sus adentros…. He aquí el desconcierto, la pesadilla al fin había terminado, me sentía al fin liberada, feliz, diferente, plena, el sol y la luna sonreían al verme, sentía mis pies levitar, y vagaba por el mundo bailando con el aire y dejándome llevar por la brisa que emitía el mar de nubes que se encontraba en el cielo, era felicidad, sentía respirar el oxígeno puro, “Oh que dicha la mía”, y por quien en algún momento lloré, desapareció de mi mente, no estaba por más que le buscaba, ahora era vano y sin sentido el amor que yo le dedicaba, mis escritos, ¡oh queridos lectores, ustedes presenciaron esos tan desvividos escritos!, mis pensamientos, mi tiempo… Y sin el había amor en mí, tal vez era una enorme excusa para librarme de aquel amor no correspondido, tal vez el amor si se olvida y cesa, existirán millones de hipótesis pero está en hallar cierta respuesta.
Él llegó a mi vida de nuevo, en mi ser sentía el éxtasis, la euforia, la adrenalina, la emoción de saber que al fin él y yo terminaríamos hasta el último de nuestros días, y aquellas palabras semejantes a las de antes las volvió a expresar, y a mis oídos era una canción bien cantada, con una melodía que armonizaba mis sentidos y me hacía pensar que no era solo amor, que había algo más que solo eso, que existían más peldaños que describían aquello que yo sentía, pero pasaron los días y los escenarios eran los mismos, era la misma obra día a día, sin variación alguna y me percaté que yo era una simple enamorada más en el mundo….
