Después de haber caído en una etapa sumamente inestable y melancólica–por no decir de depresión. El sentimiento de conformidad y alivio después de lo que antes me daba terror me causa gran impresión. Ahora estoy dispuesta a equivocarme porque sé que tengo las habilidades para aprender de las equivocaciones. Sé que no debo ser perfecta, sé que soy humana, mortal y con privilegios que ciertamente puedo aprovechar. Se que el tiempo pasa y el corazón–metafóricamente hablando–, sana. Sé que el mundo es tan vasto de colores, sabores y aromas, que no puedo generalizar después de una mala experiencia. Puedo agradecer siempre lo que tengo, no me sirve de nada quejarme del sistema o del sufrimiento en el mundo. No puedo deslindarme de los problemas que consigo trae, pero hago, desde mis posibilidades, una pequeña contribución. Sé que la comparación no es más que una ruta tormentosa y sin salida, cuando experimentamos en un laboratorio mides variables que has elegido previamente para comparar. Sabemos que, los sistemas biológicos son tan complejos que hay que estandarizar un modelo. Entonces, es evidente que la comparación no es útil para la mejora, sólo tomaríamos en cuenta algunas variables las cuales no son las únicas que te representan.
Estoy tratando de buscar mi camino, de verme a futuro, de dirigirme hacia un lugar y me siento varada. Quizá es la edad o la etapa de mi vida, pero tengo esperanzas de surgir de nuevo para volver a soñar. Lo que sucede es que ya no quiero nada, sólo busco gente. Personajes que me quieran incondicionalmente con las cuales podría platicar de lo leído, visto y vivido. Ahora busco sobrevivir y con eso siento que basta.
