Durante este año, la vida me ha dado vuelcos, debido a mi privilegio no sufrí económicamente en lo que llevo de esta pandemia y he estado en reposo por bastante tiempo para reflexionar, además que, rompí con la relación que llevé durante 3 años y medio. Fue doloroso, pero creo que sin pandemia hubiese sido peor; en otra entrada les contaré de mi experiencia y hasta ahora en ese aspecto estoy bien, obvio tomará tiempo para sanar, pero no dudo de mi capacidad para superarlo.
Vivir es una constante entrada y salida de ciclos, personas,
experiencias, emociones, sentimientos, muchos factores que la engloban, que no
puedo, ni sé definir. En este camino en el que sólo el tiempo es testigo y vemos
su presencia en los cambios. La cruda realidad y la más cínica reflexión en la
que mucho tiempo me refugié para terminar con la búsqueda del qué soy y para
qué estoy aquí es que sólo vinimos para satisfacer nuestro propio deseo de ser
felices y estables, el placer. Porque en sentido estricto como especie y parte
de la naturaleza, tendría yo que tener mi nicho, mi papel en el mundo en el que
vivo, no solo que mi existencia tenga razón de acuerdo con la sociedad. Pues
bien, es una cosa muy dolorosa pensar de ese modo tan cínico porque ¿qué se
hace cuando entiendes que sólo debes ser feliz? Pues comenzar a explorar lo que
te hace feliz. Y curiosamente dentro de esta introspección me percaté que todo
a lo que me dedicaba, todo lo que hacía eran sueños de otros, que quizá parecen
espectaculares y con respecto a la sociedad es lo mejor, pero no era lo mío.
También es doloroso porque curiosamente lo que te hace sentir más vivo y feliz
son cosas en las que no generas ningún beneficio más que mental, que tus
aspiraciones son quedarte con el tiempo del mundo a leer o entrar a redes
sociales, pero resulta que también estas actividades en realidad no te hacen
feliz, es un espejismo de la dopamina. Pero, la dopamina ciertamente nos brinda
satisfacción, ¿por qué no podría ser signo de felicidad? Pues quizá-pensé-, es
como dice Schopenhauer, la felicidad no es sino la ausencia de dolor, y sólo se
percibe cuando hay contrastes. Tiene toda la razón, incluso hay estudios que
demuestran que después de algo traumático lo cotidiano se vuelve asombroso
porque la mente compara ambos instantes, el malo y el de hoy, que es mucho
mejor.
Ya había encontrado un rumbo en el que mis hobbies como leer
o actualizarme de las vidas de otros en redes sociales, me hacían sentir bien, pero
la vida no es así, hay que sentir esa dificultad de subir una colina para
sentir la paz al llegar a la cima y si hay tropiezos es un aprendizaje nuevo,
pero debo saber apreciar ese contraste.
Ahora ¿cómo encuentro mis aspiraciones? Pues es el punto en
el que me hallo ahora, incluso he llegado a mejor resolución al escribirlo hoy
y ahora. Y como no he podido ni me atrevo a ir con un psicólogo, como buen
millenial adicta a Google, YouTube y Spotify, busqué “consejos para encontrar
tus aspiraciones”. Entonces, de escuchar y leer sólo quedé en el limbo, porque
ni si quiera yo me conozco ni entiendo el porqué de cómo soy, también pienso
que soy tan estoica con el mundo que no puedo si quiera pensar que alguien más
sea responsable por lo que soy, pero creo que es otro tema. Este limbo ha sido
más fácil de sobrellevar porque estoy en una constante, no tengo emociones de
acuerdo con nada, solo la incertidumbre de ¿seré feliz? ¿cómo? ¿qué es lo que haría
por el resto de mi vida para serlo? Después de ello, pensé en el pasado y
recordé el tiempo en el que era magnífica creando sueños, teniendo metas,
leyendo todos los libros que a mis manos llegaban, escribiendo en el blog,
soñando, concluyendo que mi yo del pasado tenía mayor capacidad de soñar y-aunque
con melancolía-, dejar algo al mundo, ahora solo pienso en mi futuro económico
y si voy a sobrevivir al fin del mundo, por ende, todo se reduce a mi miedo a morir.
Creo que quizá esa sensación de ser infinitos o inmortales para
llegar a ser y hacer lo que te plazca, se tiene durante la juventud, la
juventud es esa vívida ansiedad de vivir y experimentar al máximo, después la transición
a adulto va aterrizando y para algunos afortunados, materializando los sueños,
para otros como yo, sólo lo vemos más lejanos y permanecemos como si hace un
instante hubiésemos nacido y no conocemos nada acerca de nosotros o la vida. Aquí
estoy ahora tratando de soñar nuevamente y dilucidar lo que quiero para mi
próxima existencia.