Estaba ahí, presente en la mente, el alma se lo dijo a gritos; ella sufría, ella lloraba, a ella el dolor la hacia agonizar, y a pesar de todo, él la ignoró, y aunque los ojos que miraban, le informaban, él los ignoraba; y el pensamiento le aconsejaba pero él seguía indiferente... Fue entonces que el cuerpo, el alma, el pensamiento y la mente, poco a poco iban perdiendo lucidez, estaban agotados, agobiados, tristes de su existencia, ya les costaba despertar, las mañanas se hacían cada vez más insoportables y él los miraba, los miraba y no entendía la causa de su padecimiento, el pensamiento le tiró un flechazo con su mirada directo a las pupilas y le dijo - estas tu aquí, tal vez preguntándote acerca de nuestra desdicha, somos tus amigos y tus compañeros, y mira lo que nos has hecho, ¿vale la pena?, ¿dejarnos morir por una cuestión que sabes que es meramente falsa?, sabes que es una fantasía, todos lo sabemos, ¡son mentiras!, esas palabras que te acarician suavemente y luego se pierden en un abismo cuando se desmienten con las acciones que a nosotros nos agreden, son mentiras, y aunque yo con todo el ser que soy, ame y me descontrole en ocasiones cuando están presentes, lo he entendido por que he perdido facultades, la escenas más hermosas se han desvanecido, los colores llamativos se han opacado, escucha querido amigo, nada será diferente, deja de tener fe en aquello que nos esta destruyendo y olvidemos juntos el sentimiento del amor-
Escribir implica una profesión de fe y una actitud que trasciende al retórico y al gramático; las raíces de las palabras se confunden con las de la moral: la crítica del lenguaje es una crítica histórica y moral. Todo estilo es algo más que una manera de pensar y, por lo tanto, un juicio implícito o explícito sobre la realidad que nos circunda. Paz O (2000) El laberinto de la soledad, México, Ed Fondo de Cultura Económica, p. 177
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