Translate

lunes, 22 de junio de 2015

No te percataste de algo, algunas mariposas revoloteaban dentro de mi, las palpitaciones saltaban de mi pecho, te mire, y el corazón inquieto ansiaba aquel momento de sentirte cada vez más cerca. 
Una noche antes te soñé, nos mirábamos fijamente y sentí al amor rodear nuestros cuerpos, nos tomamos de las manos y tu calor abrasó el fuego de mi alma, te acercaste a mi, sentí tu respiración, tu aliento, y tu boca, ¡ah! Dulces besos magníficos oníricos; jamás había encontrado tanto amor en un sólo ser, jamás había desafiado las leyes exactas como la física y flotar, jamás se había desprendido de mi el alma, jamás me sentí más enamorado, más vivo. 
Pero cuando te vi frente a mi, en esta realidad, en esta dimensión en la cual no eres mía, que no soy más que un conocido, que no habrás de dejarme nunca alumbrar tu camino, que jamás he de cubrirte con el amor entero que te tengo, un amor colmado de pasión desenfrenada, de esperanzas y realidades. Y también supe que no era ni un poco parecido a lo que añoras, al deseo exorbitante de poseer el amor de otro, por quien tus ojos emanan un brillo resplandeciente, un brillo que sólo y nada más a ti, te hacen ver más bella. 
Somos tan parecidos, tú escribes de amor a quien ni por un momento ha tenido la decencia de amarte o de menos, mirarte, yo te escribo, cada momento, cada suspiro, cada día, cada noche, cada luna que dibuja tu figura por mi ventana, cada inspiración. Ambos aún creemos en el amor, somos amateur en el arte, atribuimos a éste como lo mejor de nuestra vida, agradecemos las desdichas por darnos una voluntad inexplicable de escribir, amamos cada suceso de la vida, sin embargo jamás hemos de ser dignos para estar juntos. Me enamoré de ti; dicen que inconscientemente, el cosmos nos transmite de su sabiduría, así tu imagen llegó a mi mente, y te pensé desesperadamente, quise verte, quise tenerte en mis brazos, protegerte, pero no estabas, tus palabras dejaron de dirigirse a mi, y me olvidaste, yo te busqué y te encontré, pero ya era demasiado tarde. 
Te observe más lúcida que nunca, más sabia, tu piel iluminaba mi vista, eras la de siempre, aquella mujer que hablaba hasta el cansancio, que carraspeaba la garganta, trémula del frío, atractiva, y entre tanta admiración olvidé e ignoré que en algún momento, este ser había quebrado tu corazón, ¿podría ser perdonado?, si perdonarme implica olvidarnos de éste amor, no me perdones, jamás he de olvidarme del placer continuo de verte y me sorprendas con tu bella presencia. Pero si tan sólo, obtuviera de ti otra oportunidad, que me otorgues un poco de tu vida, nos hablaríamos de amor al oído, conversaríamos de nuestro ideales, fluctuantes en un mar de pensamientos, amándonos para siempre, por siempre. Estoy dispuesto, toma de mi lo que te plazca, déjame sin célula alguna, sólo pido lo que el alma del pescador de Wilde quiere, el corazón, para amarte por siempre. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario