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lunes, 8 de marzo de 2021

8 de marzo, la lucha sigue

 Que tal, mis queridos lectores. De nuevo esta aspirante a escritora vuelve a las andanzas del ensimismamiento para con ustedes porque al parecer sólo así puedo desprenderme un poco de la distorsión de mis pensamientos debida a mi inestabilidad mental.

El otro día-así como muchos otros días-, entré en discusión por diferencias de pensamientos y demás. En el proceso, descargué mi ira y desesperación por tener esa baja autoestima y el sentimiento de nunca ser reconocida o escuchada. O al menos de eso caí en cuenta, después.

Una vez anterior había relatado aquí sobre mi relación que tengo con mi familia. La cual es un tanto frustrante por el hecho de nuestras diferencias en la formación y tipo de pensamiento. Por un lado, ellos creen en el misticismo, conspiraciones y pseudo ciencia, y en mi caso, prefiero enterarme por medios que me den pautas de las razones de diferentes tipos de pensamientos. Lo cual siempre generan dichas disputas entre nosotros porque, así como quieren que piense como ellos, yo quiero que piensen o que empaticen conmigo. A lo que creo que quizá es porque somos de la misma familia, y como quiera tenemos una reminiscencia que, por compartir sangre, seremos de carácter similar-no es una aseveración seria. Para su buena fortuna, ellos siguen tranquilamente su vida pensando que lo que hacen es lo correcto, para mi mala suerte, yo no soy segura de mi misma y siempre quiero hacer lo correcto, pero me da vergüenza porque siento que no lo hago. Más por el hecho de que espero el reconocimiento de alguien que me diga “lo estás haciendo bien”. En fin.

Después de cavilar con lo que dije esa noche, mis ideas no son tan descabelladas como se ven cuando una persona está alterada y desesperada por no ser escuchada. Una de ellas es el feminismo o la inclusión de la comunidad LGBTTTIQ. Cada tema tendrá su espacio en este blog, porque creo que es sumamente importante que mucha gente tenga, aunque sea un poquito de ayuda en cuanto a dichos temas. Mas porque uno puede llegar a deconstruirse. Yo pasé por dicha transición, que fue dolorosa porque en el ambiente donde crecí se tenían ciertos modelos a ser y yo siempre me sentía enferma mental porque me gustaban las personas de mí mismo sexo y tenía que cumplir con ciertos aspectos de mujer como ser bella, esbelta, educada y moderada en mi comportamiento-gracias, Disney, te lo debo.

Así, en la escuela, en mi casa, en la calle, no tenía mi lugar porque ser bisexual era anormal, porque ser mujer como yo era, era de gente que nadie quiere, porque no cumplía con lo que era ser mujer en ese entonces. Y crecí enojada, vacía y triste, desde pequeña sentí la soledad, desde pequeña me sentía desmerecedora de todo y desde entonces quería morir. No sé si para bien o para mal no he muerto-aún tengo que dilucidar eso-, pero creo que parte de mi mejoría ha sido por lo que se plantea en el feminismo.

Aunque se tenga una guerra mediática sobre lo que es feminismo, creo que a muchas nos ha dado la oportunidad de mirarnos como somos, no por cosa de superación personal, sino porque los estándares o categorías en las que nos han tratado de meter es una cuestión sumamente supresiva ante la creatividad y la libertad del ser. Creer que no encajamos porque estamos descompuestas o hay algo mal con nosotras, es una lucha interminable de la que el sistema nos obliga a entrar aunque nunca lo hayamos pedido. Una lucha con nuestros cuerpos, pensamientos e incluso sexualidad. Y tener que aceptar que no somos más que un artificio decorativo, perteneciente de todos menos de una misma porque así ha sido siempre. Sin embargo, la realidad es que no podemos hacer categorías ni tratar de entrar en estándares porque somos parte de la naturaleza y hay variabilidad, de muchas formas. Y de esta variabilidad surge la evolución, cambios que se transforman en cosas mayores. Lo hemos visto, estamos presenciando cosas espectaculares que suceden por personajes que salen de la norma o del estándar, y para mí es el mayor beneficio de todos creer en la libertad para una, como mujer. Por otro lado, la violencia; nadie estaría dispuesto a pasar por los abusos que se comenten para con una mujer, desde caminar por la calle y saber que no tienes una complexión para defenderte o que subas al transporte público y tengas siempre precauciones para que no sobrepasen tus límites de espacio personal y tu intimidad. No saber si confiar en tus compañeros, amigos e incluso tu novio, porque la mayor parte de los feminicidios y abusos sexuales fueron por parte de gente cercana a las víctimas. No estoy diciendo que visibilizar esto sea para tener miedo, es para que haya un precedente para con los victimarios, para que se entienda que no hay modo en el que nos crean de su propiedad y los lleve a dilucidar que las mujeres somos personas y nadie tiene derecho por sobre nosotras. Es para decirle al pueblo y al estado lo que se está viviendo, y que no hay justicia para nosotras. Las leyes son fáciles de esquivar y benefician al victimario, más que a la víctima. Este movimiento es tan legítimo como otros, con pintas, gritos y desesperación, porque ya es justo y necesario. Porque ya no estamos dispuestas a aceptarlo, necesitamos ayuda y justicia. Nuestras vidas peligran cada día y no se visibiliza nada más que la superficie de las paredes, muros y monumentos. No sé si sea contraproducente, pero al parecer nada vende más que la rabia ante el gobierno para pedir justicia.

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