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miércoles, 16 de julio de 2014

Sin presencia (4)



Capitulo 4


¡Ah! Mi querido lector, esta alegría se siente infinita, dirá que estoy enamorado, pero créame que hoy en día el amor lo encuentro más mofa que algo real; no, mi querido lector, esto es una felicidad meramente hermosa, pura y singular, como ella.


No podía evitar cruzar palabras con ella, usted señor lector notará lo maravilloso que sería hablar con un ser oculto entre las sombras pues es una eventualidad que no se vive todos los días, para mi fortuna, olvidé la llave del edificio, un hombre que vive solo no posee a alguien que pueda abrir su puerta, no me quedó más que aguardar la llegada de alguien para que la abriese, me dejé caer en uno de los escalones mientras contemplaba el cielo nublado, un niño caminaba con un perro grande, de un pelaje esponjado y sedoso, color marrón oscuro, era magnífico, corrió hacía mi y olfateó mis zapatos, lo acaricié por unos segundos y se fue, la lluvia estaba cerca, los previos relámpagos sonaban estridentes y enojados, el cielo se coloreaba de tonos grises y negros, el viento soplaba con fuerza meneando los árboles de un lado a otro, y ella venía en camino, con una falda azul, tenis sucios y su cabello alborotado por el viento, llegó a la puerta y me miró —¿que esperas?, no traes la llave— me sorprendió la manera en que me hablo, no esperaba que ella con su timidez me hablase de una forma tan ordinaria, —si, la olvidé— respondí —¡Pues vaya!, ya somos dos— y soltó una breve carcajada, se sentó junto a mi y pude notar sus piernas velludas y regordetas, ella lo percibió y con su suéter las ocultó.


—que mal tiempo, lloverá— dije


—¿si?, casi no me doy cuenta— dijo irónicamente.


—lo dije para evitar la tensión—


—no me importa la tensión, es mejor permanecer callados—sonrió—no lo digo para que te calles, sólo era una broma—.


No era nada de lo que esperaba, tenía toda la seguridad de poder hablar conmigo,


—¿llegas de la escuela?— pregunté


—si, es agotador, sólo quisiera quedarme en la cama mirando el techo y escuchando música todo el día, la escuela son meras chorradas, no hay nada ahí que pueda aliviarnos de este mal que el mundo carga—


—¿cuántos años tienes?—


—catorce, pero en algunos días tendré quince—


En eso llegó un muchacho alto, con barba y la cabeza rapada, ella lo saludó y se levantó de inmediato, el muchacho sacó la llave y abrió la puerta, ella se despidió de mi y subió corriendo las escaleras, quedé pasmado, no hubo tiempo para nada, ni para saber su nombre, maldije el día, maldije al muchacho, a ella y su sonrisa de blancos dientes que acompañaban sus mejillas rosadas, era la viva imagen de una rosa hermosa y teñida color carmín, sus ojos eras pequeños y claros, dulces como la miel, su cabello tenía una serie de tonalidades, entre negro, café y dorado, era sin nada más, una chica sin igual.

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